No soy muy amigo de los discos tributo. Son pocas las veces que consiguen levantarme de la silla. Suelen ser álbumes bienintencionados, hechos con cariño, pero luego el material que aportan es, en la mayoría de los casos, meramente anecdótico. Suele ser inferior a las pistas originales del artista a homenajear, sino es directamente delictivo. Por ejemplo, cada mes llega a mi buzón la revista Mojo con sus típicos discos tributo a los Beatles, Pink Floyd, Dylan, Jimi Hendrix... pero, más allá de la curiosidad, más de uno, y de dos, lo único que consiguen es encabronarme con quien homenajea pese a toda su buena voluntad. Por suerte, no siempre sucede así y reconozco que actualmente hay un disco tributo que espero con especial ganas este año. Es de The lost notebooks of Hank Williams, el álbum que el sello de Bob Dylan, Egyptian Records, ha sacado al mercado.
En The lost notebooks of Hank Williams, participan 13 músicos, entre ellos, el mismo Bob Dylan, Jack White, Merle Haggard, Alan Jackson, Lucinda Williams, Norah Jones y Rodney Crowell. Este lujoso plantel de voces interpreta parte de letras inéditas que Hank Williams dejó a su muerte, en 1953, y que fueron encontradas en un maletín de cuero que le perteneció. No todas las canciones del disco son inéditas pero sí un buen puñado, mientras el resto son versiones de temas que Williams había grabado. El álbum, además, incluye todas las notas perdidas que dejó el músico de Alabama, así como también un repaso por su fugaz y nutrida carrera haciendo vanguardia en el country. Este es el trailer de la presentación del álbum (en inglés).
Siempre he tenido la sensación de que Hank Williams nunca ha sido lo suficientemente conocido en el mundo de la música popular. En su época, los años cuarenta principalmente, fue un músico muy aclamado que llegó a convertirse en un referente del country a nivel nacional. Con su lenguaje cotidiano y su hillbilly afilado, Williams se convirtió en un maestro para todo aquel que se dedicaba a la música en Norteamérica a pesar de morir por sobredosis a los 29 años cuando apareció en la parte de atrás de un Cadillac camino de un concierto.
La grandeza de Hank reside en su doliente verdad. Pese al éxito y el reconocimiento, vivió dentro de un tormento. Nunca pudo huir de su pena, que le llevó a caer en picado por el precipicio del alcohol y los calmantes. Este dolor interior quedó captado de manera extraordinaria en sus canciones, crónicas de la vida en carretera, los deseos humanos y la tristeza vital. Su obra transmite un dolor tan humano y real que es casi imposible no conmoverse. Como es casi imposible no reconocer la verdad del hombre que te las está cantando. Es eso lo que, en mi opinión, resulta difícil de encontrar entre músico y grupo de relumbrón: verdad. Mucha de la música que lidera las listas de éxito y llena los recintos más grandes está carente de verdad en sus canciones. Serán magníficos entretenedores para el espectáculo al que se deben, como para el negocio que les sustenta, pero que no me hablen de verdad. No me lo creo. Esta ni se compra ni se vende.
Espero que The lost notebooks of Hank Williams haga un poquito de justicia en este siglo XXI con un artista del calibre del homenajeado. Sitúe a Hank Williams en el lugar grandioso que merece entre los amantes de la música y se quite esa etiqueta de reliquia de otro tiempo. Como se puede escuchar a continuación, el amigo Bob Dylan, que además se ha encargado de sacar el disco, pone todo de su parte. Y no suele ser normal ver a Bob tan entregado en una causa de este tipo. Claro, que Bob bien sabe que Hank Williams es un tótem de la música norteamericana. Y, como tal, merece este tributo.
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